jueves, 15 de mayo de 2008

¿Desaparece nuestro mar de sargazo?

Como todos los capitalinos, yo también salí en busca del mar en Semana Santa. El periplo fue por San Juan de Marcona, La Libertad, Lomas, en Nasca y norte de Arequipa. Por caminos de encalaminado discurrimos a lo largo del litoral, con el océano ante nuestros ojos, repasando cada uno de los acantilados, rocas y caletas. Una campanilla de alarma nos arranca de la bucólica contemplación: sábanas castañas de algas secando sobre las arenas de las playas, mientras en silencioso e incansable trabajo de hormiga cuadrillas de hombres recogen el verde sargazo de las rocas; más allá, desde un bote, otros cortan, podan, arrancan.
Hace más de seis años, invierno o verano, las playas del sur ofrecen el mismo espectáculo. Preguntamos, inquirimos,... nadie sabe quién es el destinatario; en el imaginario popular se fabula que son chilenos o japoneses; pero sí pagan cuatrocientos soles por tonelada; los intermediarios compran para a su vez venderlo en alguna de las tres plantas procesadoras establecidas a la entrada de Nasca, cerca al aeropuerto, donde es procesado (molido) y empacado.
No se necesita ser zahorí ni científico para saber que el sargazo es un recurso susceptible de extinción, cuya existencia es necesaria para los seres vivientes que se albergan en esa pradera de algas: peces que desovan, moluscos, pulpos, cuyo habitat podría encontrarse en serio peligro.
El mar peruano es uno de los más ricos del mundo en recursos renovables; debido a la temperatura de sus aguas, a las corrientes marinas, a los afloramientos de nutrientes, genera una gran variedad de productos hidrobiológicos. La vida que alberga está organizada dentro de un delicado y complejo sistema en el que el plancton es la unidad viviente más pequeña, microscópica, de una cadena ecológica en la que ninguno de sus elementos es prescindible. La falla de uno de ellos puede alterar dramáticamente su mundo. Recordemos que la sobrepesca de anchoveta tuvo efectos de tal magnitud que provocaron inclusive la despoblación de las aves guaneras. Por ello, la extracción de cualquiera de sus especies debería obedecer a una política que optimice la explotación de los recursos y las preserve a de una sobreexplotación. En el caso del sargazo, parece que las autoridades competentes no están oficialmente enteradas de estas actividades que, por otra parte, se realizan a vista y paciencia de todo el mundo. Hay una serie de especulaciones sobre el uso al que se destinan, si para alimentos naturistas de los japoneses, o para cosméticos rejuvenecedores, etc., y, bueno, los más necesitados no pueden evitar ‘recursearse’ vendiendo unas cuantas pacas.
¿Qué está pasando en nuestro litoral? Llama la atención que los ecologistas conservacionistas no hayan dado la voz de alerta. En todo caso, habría que conocer la opinión autorizada del Instituto del Mar del Perú (IMARPE).
Publicado en el Diario El Peruano. Jueves 10 de abril de 2008, p. 13.